Domingo 29 de diciembre de 2009: nos encontrábamos en la
casa de mi tía situada en el municipio de Dosquebradas, a las 2 de la tarde,
arreglando los últimos detalles para emprender nuestro viaje hacia la costa;
empezamos a guardar las maletas en el carro aproximadamente a las 3 pm, antes
de subirnos al carro nos tomamos las pastas para evitar mareos ya que nuestra
siguiente parada quedaba aproximadamente
a unas 6 horas que era en la ciudad de Medellín donde nos encontraríamos con
otros familiares que se disponían a viajar con nosotros a la costa; en el carro
que salió de Dosquebradas nos encontrábamos mi primo mayor Cristhian, mi primo
menor Alejandro, mi tía Greisy, mi tío Jairo y yo.
Nos subimos al carro muy ansiosos y alegres, era mi primer
viaje así que me resultaba fascinante, y el hecho de viajar con mis primos que
son prácticamente mis hermanos lo hacia
aún más genial, quería llegar ya a la costa y poder observar y sentir por
primera vez el mar; empezamos el viaje, mis primos contaban chistes, muy malos
por cierto, pero de lo malos que eran uno terminaba riéndose, nos inventamos
juegos, mi tía nos llevaba sanduches y mecato para comer durante el viaje, colocamos
música y cantábamos con mucha fuerza e inspiración, nos sentíamos todos unos
cantantes, esto ocurrió durante casi 3 horas hasta que nos pudo el sueño y
cansancio del viaje, nos quedamos dormidos, cada una de nuestras cabezas
recostadas en el hombro del que se
encontraba al lado, caímos en un sueño tan profundo, que al transcurrir el
tiempo uno de mis primos se encontraba
prácticamente en el suelo del carro, en el espacio que hay entre los puestos de
adelante y el puesto de atrás, mientras que mi otro primo Cris y yo nos
encontrábamos los más de cómodos en el asiento de atrás, durante este tiempo mis
tíos tuvieron un momento de paz y tranquilidad dentro del carro y aprovecharon
para tomarnos fotos y así darnos cuenta
de lo que había sucedido en nuestro profundo sueño de 2 horas y media.
A las 9:30 pm Llegamos al barrio Buenos Aires en la ciudad
de Medellín, apenas nos bajamos del carro lo primero que percibimos fue el delicioso
olor de arepa con ahogado y se nos despertó el hambre, entonces nos dirigimos
hacia el restaurante de donde provenían estos olores y nos dispusimos a
disfrutar de unas deliciosas arepas con pollo y carne desmechada, con ahogado,
con queso, yo disfruté 3 arepas, la verdad hubiera querido seguir comiendo pero
ya mi estómago no me daba para más, había quedado más que llena, era la primera
vez que comía arepas con tan rico sabor; Después de comer nos dispusimos a
descansar un poco en casa de unos familiares, para el día siguiente continuar
con nuestro viaje.
Lunes 30 de diciembre de 2009: eran las 4 am cuando sentí
una voz muy suave que me llamaba por mi nombre y me decía que ya era hora de
despertar, abro los ojos y junto a mí se encontraba mi tía informándome que
íbamos a continuar con nuestro viaje, mis primos y yo decidimos sólo vestirnos
y continuar el viaje, ya entonces no solo éramos nosotros cinco sino que ya
iban dos carros más, con cinco primos
más.
Nuestra parada final era Santa Marta- Magdalena. Un viaje
muy largo y agotador, pero que nos brindaría unas excelentes recompensas, brisa
del mar, arena, sol, playa, culturas, ambiente diferente, un lugar fantástico,
y para mí fue emocionante ya que era la primera vez que veía el mar, fue una
experiencia mágica.
Llegamos a las 2:30 de la tarde, lo primero que hicimos fue
instalarnos en el hotel, después nos dirigimos hacia el restaurante, almorzamos
y nos dirigimos hacia la playa, fue un momento único sentir cómo la brisa
rozaba mi cara, mi cabello se enredaba con el viento, mis pies se hundían en la
arena y finalmente las olas nos iban alejando de la orilla;
Eran las 5 de la tarde, cuando empezamos a disfrutar de
estas sensaciones, como ya se encontraba un poco tarde, optamos por un
recorrido por la ciudad de santa marta, conociendo así su gente y su cultura.
Nos encontrábamos tan exhaustos por el viaje, que a las 9 pm
ya todos nos habíamos quedado dormido pero muy a las 8 de la mañana ya todos
nos encontrábamos organizados, desayunado y listos para dirigirnos hacia la
Playa Blanca, una de las más hermosas playas con las que cuenta Santa Marta,
fue un viaje de 35 minutos en yate, llegamos a este lugar a las 8:45 am, visualizamos este hermoso paisaje, es un lugar
que nos transmitió mucha paz por medio de la claridad del agua de sus mares,
agua cristalina donde casi podíamos ver nuestro reflejo en ella.
A las 11 am después de haber disfrutado de la brisa del mar,
de las olas, del sol, decidimos volver a la ciudad para poder almorzar y seguir
turisteando por el lugar.
Mi familia estaba feliz degustando todas las preparaciones
que habían del pescado, por mi parte fue lo único malo del viaje ya que no me
gusta, siempre tenía que buscar un lugar donde me brindaran la posibilidad de
comer algo diferente al pescado.
A las 3 de la tarde nos dirigimos nuevamente hacia la playa
para disfrutar de las motos acuáticas y de la banana, fue genial, son
experiencias únicas, la banana es una especie de flotador alargado, se trata de
llevarnos un poco lejos de la orilla y arrojarnos al mar, por supuesto con
salvavidas, pero no dejaba de ser emocionante, ya que las olas allí eran mucho más
grandes y con mucha más fuerza, además de que no teníamos posibilidad de
salirnos del mar tan fácilmente, ya que nos debían volver a subir a la banana para regresarnos a la
orilla.
Estuvimos en esta ciudad tan hermosa durante 4 días, es
decir el día 5 de enero ya estábamos rumbo a nuestra tierra, a nuestro hogar,
agotados del viaje tan intenso que tuvimos, no solo por la horas del viaje,
sino por el cambio de clima, y por todas las aventuras que vivimos de allí, el
solo hecho de cambiar la rutina le exige mucho más al cuerpo; después de
otras aproximadamente 8 horas de viaje
nos encontrábamos de nuevo en la ciudad de Medellín, donde nos quedamos durante
dos días más, descansando y tomando fuerzas para poder retomar nuestro viaje
hacia Pereira y así poder culminar nuestro fantástico viaje.
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